El caso Palau (o caso Millet) es el nombre con el que se conoce al expolio patrimonial sufrido por la Fundación del Palau de la Música Catalana a manos del que fuera el presidente de la institución, Félix Millet i Tusell, y su director administrativo, Jordi Montull.
Pero lo que inicialmente parecía un tema puntual de malversación se ha convertido en la punta del iceberg de un sistema de corrupción política arraigada durante mucho tiempo en Cataluña, con complejas ramificaciones a otras instituciones y cargos públicos. Y en la parte oculta de ese iceberg se ha descubierto el entramado de la financiación ilegal de CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y las célebres mordidas del 3%, que Montull elevó hasta el 4%.
El caso Palau contiene todos los elementos de las mejores novelas de intriga palaciega en las que no falta un protagonista peculiar, Félix Millet i Tusel, un personaje que supera a cualquier pícaro de ficción. Félix Millet cuenta actualmente 81 años, va en silla de ruedas y se presenta siempre ante los medios fumando un cigarrillo y respondiendo a las preguntas de forma seca y hostil. El fiscal lo acusa de los siguientes delitos malversación, tráfico de influencias, apropiación indebida, fraude fiscal, blanqueo de capitales y falsificación, y pide para él la pena de 27 años y seis meses de cárcel.
Pero empecemos por el principio. En 2002 Hacienda recibió un anónimo acusando a Félix Millet de malversación de fondos. Ante la ausencia de todo tipo de pruebas, la denuncia fue archivada. Sin embargo la magnitud del presunto desfalco era tan elevada que se convirtió en un clamor popular, con multitud de denuncias procedentes del Síndic de Comptes de Cataluña, hasta el extremo de que en 2009 la fiscalía, esta vez con pruebas contundes, lo acusa formalmente de apropiación indebida de caudales públicos. A partir de ese momento, se inicia la instrucción de la causa y se abre definitivamente la caja de Pandora.
La investigación judicial ha puesto de manifiesto que se desviaron fondos procedentes del Palau de la Música para gastos particulares y privados de sus directivos (Félix Millet, Jordi Montull, Gemma Montull). Y ha descubierto un entramado de pago de comisiones ilegales que se realizaban a través de la Fundación del Palau de la Música a favor del partido político Convergencia Democrática de Cataluña. La empresa Ferrovial es la que mayor cantidad de comisiones ilegales pagó con el fin de obtener adjudicaciones de obra. Como consecuencia de ello, en el caso Palau están acusados también el antiguo tesorero de Convergencia Democrática de Cataluña( Daniel Osácar) y los directivos de Ferrovial (Pedro Buenaventura y Juan Elizaga). La celebración de la vista judicial promete ser un desfile de directivos de Ferrovial y altos cargos políticos de la extinta Convergencia Democrática de Cataluña.
La fiscalía acusa a Félix Millet de haberse apropiado de siete millones de euros, y a Jordi Montull de haber desviado 1,3 millones de euros para su propio beneficio. Además de estas cantidades, hay que añadir el importe de 9,6 millones de euros pertenecientes a la Fundación del Palau que han desaparecido sin dejar el mínimo rastro, como si fueran el humor del cigarrillo del señor Millet.
El expolio de la Fundación del Palau de la Música ha conmocionado a la sociedad civil catalana, para la que la sala modernista en la que se ubica la sede del Orfeó Català, es un auténtico símbolo de su cultura y patrimonio.
Más allá del proceso judicial, el escándalo ha alcanzado dimensiones insospechadas. Ya no se trata de que los directivos del Palau gastaran el dinero de la Fundación en hacer lujosas reformas en sus viviendas particulares o en ir a las Maldivas en viaje de placer sino que, además, ha descubierto que Ferrovial financió de forma ilegal, a través del Palau de la Música, a Convergencia Democrática de Cataluña.
El juicio del caso Palau, que se está celebrando estos días, trasciende su repercusión procesal y alcanza a las esferas más altas de la política catalana, dejando muy tocado al partido PdeCAT (sucesor de Convergencia Democrática de Cataluña) y herido de muerte política a Artur Mas.
El caso Palau simboliza la peor cara de la corrupción política, que tanto está dañando a la sociedad española. El punto humorístico de la historia lo puso Félix Millet al reconocer que no solo pagó la boda de su hija con los fondos de la Fundación del Palau de la Música, sino que, además, le cobró la mitad de esos gastos a su consuegro. Definitivamente, cabe concluir que el anónimo que recibió la Delegación de Hacienda de Cataluña no se equivocaba a referirse al cerebro del caso Palau como “el inefable Félix Millet”.